(Columna publicada en "El Mercurio de Antofagasta" el sábado 22 de Noviembre de 2014)
La vida puede cambiar en un segundo. Así, drásticamente y de manera inesperada. Un segundo basta para que los afanes pierdan todo sentido… o para que lo recobren. Cuántas historias habremos conocido: un accidente, una enfermedad, una pérdida. Un segundo es lo que se demora la vida en remecernos, en darnos vuelta, en cambiarnos las reglas del juego para luego decirnos, ya, siga jugando como pueda, Señorita o Señora o Caballero.
En las páginas de este diario, se publicó durante esta semana el caso de la contadora Andrea Fernández, casada, madre de 4 hijos, quien sobrevivió el pasado 28 de octubre a un accidente en calle Salvador Allende en esta ciudad. Quedó parapléjica. Así, en un segundo, un día cualquiera.
¿Cómo se hace para seguir viviendo? ¿Por dónde se empieza? ¿Cómo se paran los caídos? ¿Cómo vuelven a sonreír los que creyeron que jamás volverían a hacerlo? La respuesta que se me viene a la cabeza es una sola: somos más de lo que creemos que somos. Y creo que ésa debería ser la primera gran lección que estos acontecimientos inesperados traen: entender que dentro de cada ser humano hay algo, una luz, una fuerza, un poder… "algo", que en circunstancias adversas nos convierte en los héroes y heroínas de nuestras propias vidas. No conocemos nuestro potencial hasta que nos vemos obligados a ponerlo a prueba.
A justo un mes del accidente de Andrea se dará inicio a la Teletón. Y a mí me parece que eso se puede leer como una señal. La Teletón es un motor de amor que nos mueve y nos inspira a los chilenos. Porque en la Teletón hay miles de historias de quienes pensaron que no iban a poder, pero al final sí pudieron.
A Andrea la vi en la foto del diario, tendida en una cama, inmóvil. Pero estoy segura que dentro de ella no hay nada inmóvil. Está empezando a dar la pelea más importante de su vida y con lo poco que leí de su rutina antes del accidente se ve que es una luchadora. Andrea además tiene a toda su familia detrás, apoyándola, pero también nos tiene a nosotros, los que no la conocemos y simplemente leímos la noticia y nos conmovimos. Desde algún lugar de la vida, cada persona que supo lo que te pasó, Andrea, te está mandando fuerza, ánimo y amor porque creemos que sí podrás y apostamos a que serás la heroína de tu propia historia.