jueves, 9 de enero de 2014

El quinto tentáculo de la medusa


(Columna publicada en El Mercurio de Antofagasta el sábado 04 de enero de 2014)
Tiendo a creer en las señales: mensajes, imágenes, metáforas que “la vida” va poniendo en el camino y que bajo ciertas circunstancias y de acuerdo también a específicos estados de ánimo e interpretaciones estrictamente personales, adquieren significados que hacen cierto sentido. Lo tomo como un juego, y como todo juego… siempre hay algo de verdad en él.

Pues bien, motivada por el asombroso avistamiento de medusas en las costas antofagastinas,  quise averiguar más sobre estos curiosos ejemplares, encontrando profusa información en Internet. He aquí algunas de las singularidades de estas criaturas acuáticas que nadie sabe bien qué están haciendo en nuestro litoral y que están invadiendo nuestras playas, nuestro verano y nuestro mar que tranquilo nos baña.

1)      Las medusas son gelatinosas y además son resbalosas al tacto. Son blandengues, careciendo de músculos y huesos y están compuestas en un 95% por agua.

2)      Se dejan llevar por la corriente: a pesar de que las medusas presentan cierta capacidad para moverse verticalmente en el agua, no son sino el viento y la corriente marina, los que a menudo desempeñan un papel vital en su desplazamiento.

3)      No tienen cerebro. Lo que resulta notable, si consideramos que las medusas son una de las criaturas más antiguas de la tierra y que en los más de 700 millones de años que llevan surcando los mares, han sobrevivido perfectamente sin un órgano que centralice y gestione su sistema nervioso.

4)      Sacan ronchas. Sí. Estos bichos pican. Sus largos tentáculos están cargados de células urticantes. Por lo general, al contacto con la piel, lo peor que sucede es un poco de dolor, picazón y una erupción que puede durar algunas horas.

De este listado de peculiaridades de las medusas uno podría inferir intrincadas interpretaciones: quizá resulta ser una buena alegoría para describir ciertas características humanas; quizá funciona como una perfecta ironía entender que estos seres están desembarcando en nuestras costas. Pero…  ¿Servirá de algo buscarle la quinta pata al gato? O mejor dicho ¿el quinto tentáculo a la medusa?

Me inclino a pensar que lo que uno deduce (de los otros, de la naturaleza, de las experiencias de la vida) no es más que el espejo de uno mismo. Por eso funciona el test de Rorschach (ese test de las manchas que le hacen a uno cuando postula a algún trabajo). Nuestra vida nos refleja. Uno ve lo que quiere ver. Escucha lo que quiere escuchar y entiende lo que quiere entender. Porque lo cierto es que todo es mucho más simple y las medusas son sólo eso: medusas.

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