(Columna publicada en El Mercurio de Antofagasta el sábado 18 de enero de 2014)
“La mayoría de nosotros tenemos dos vidas. La vida que vivimos, y la vida no vivida
dentro de nosotros. Entre las dos se encuentra la Resistencia”. Con esa frase
comienza el primer capítulo del libro “La guerra del arte: rompe las barreras y
gana tus batallas creativas internas” de Steven Pressfield. La frase me resulta
algo incómoda pero a la vez brutalmente sensata. Porque hacer lo que hemos
venido a hacer y cumplir los llamados internos cuesta. Y cuesta no porque sea
algo complejo per se, sino porque la
mayor dificultad reside precisamente en vencer esa fuerza oscura y negativa que
todos llevamos dentro y que Pressfield llama Resistencia. Así con mayúscula.
Si alguna vez has querido ser algo que al final nunca
fuiste, entonces conoces perfectamente la Resistencia. La vida está llena de
empresarios que no emprendieron, de flacos que nunca pudieron dejar de ser
gordos, de cantantes que no cantaron, de deportistas que jamás corrieron la
maratón que soñaron. Con este libro queda claro que el enemigo está en nuestro
interior. Y que cada uno de nosotros es el principal saboteador de que sus
sueños se hagan realidad. Querámoslo o no, habita dentro nuestro un extraño
poder que utiliza los artilugios más retorcidos e incluso estúpidos para
hacernos creer que no podemos, que no sabemos, que no estamos preparados, que
tenemos miedo, que no tenemos tiempo, que no tenemos voz, que no conocemos a
nadie, que tenemos vergüenza, que estamos muy gordos o muy flacos o muy cansados. Las excusas son
interminables y bastante patéticas por lo demás.
Pressfield agrega: “La Resistencia es la fuerza más tóxica
del planeta. Es raíz de más tristeza que la pobreza, enfermedad y disfunción
eréctil. Rendirse ante la Resistencia deforma nuestro espíritu. Nos paraliza y
nos hace menos de lo que somos y estamos destinados a ser”.
Al menos lo que me sucede a mi es que a medida que va
pasando el tiempo y que cada año voy teniendo más años que los que nunca tuve, es
que me asusto y me pregunto una y otra vez ¿es que acaso nunca voy a vivir esa
otra vida que siempre quise vivir? No porque la vida que tenga ahora no me
guste, sino porque aún hay muchos sueños que no he alcanzado. Una vez alguien
me dijo que los obstáculos aparecen en el
camino sólo para medir con cuánta fuerza y ganas queremos conseguir algo. Mike
Dooley, otro autor norteamericano bastante notable lo explica de la siguiente
forma: "Lo único que todos los escritores famosos, atletas de clase
mundial, magnates de los negocios, cantantes, actores y triunfadores en
cualquier campo tienen en común, es que todos ellos comenzaron su camino cuando
no eran ninguna de esas cosas. Y sin embargo, igual comenzaron sus
viajes".
Dejémonos de excusas.
La responsabilidad es nuestra. De nadie más. Esa es la mala noticia. La
buena noticia es que somos los únicos que tenemos la llave para –de una buena
vez- hacer lo que vinimos a hacer.
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