(Columna publicada en El Mercurio de Antofagasta el sábado 21 de diciembre de 2013)
“Santa no
existe”, le dijo pícaramente mi hijo de 11 años a mi hija de cuatro (No sé por
qué hoy algunos niños le dicen Santa al mismo caballero al que yo conocí como
Viejo Pascuero). Alarmada y al borde del llanto la pequeña corrió a contarme,
“¡Mamá! ¡Mamá! ¡Mi hermano dice que Santa no existe! ¡Y eso es mentira! Porque
Santa sí existe… ¿Cierto Mamá?”. Tragué
en seco. Los enormes ojos de mi hija me miraban expectantes al tiempo que su
hermano se acercaba con cierta intriga para escuchar la respuesta que esta
pobre madre le iba dar a su pequeña y angustiada niña.
“Hija – dije
finalmente acuclillándome a su altura- ¿Tú crees en Santa?”. “Sí.” Respondió
ella firme y segura. “Entonces no tengas dudas, mi cielo, Santa sí
existe”. Y luego de sonreír aliviada, se
lo enrostró a su hermano: “¿Viste? ¡Te-lo-dije!” Y se fue a jugar. Pero mi hijo se quedó ahí
parado. Mirándome. Confundido. “Mamá… ¿Por qué le dijiste a mi hermana que Santa
sí existe si tú sabes que eso es mentira?” Respiré profundo:
- ¿Tú crees
en Santa, hijo?- le pregunté a mi preadolescente.
- Obvio que
no.-
- Entonces, para
ti… Santa no existe.-
- ¿Y por qué
le dijiste otra cosa a mi hermana? – alegó mi hijo.
- Porque
ella sí cree... Mira -le expliqué- las personas construimos nuestra realidad en
base a nuestras creencias. Si yo creo firmemente en algo, eso se convierte en
realidad para mí. Uno es lo que cree. Lo que sucede con Santa, es lo mismo que
te sucede a ti con la asignatura de Lenguaje. Si tú crees que no eres bueno
para Lenguaje, ésa es precisamente la realidad que vas a construir para ti:
Lenguaje se te hará difícil, será tedioso, no tendrás buenos resultados y esos
mismos resultados reafirmarán tu creencia. En cambio, como tú tienes la creencia
de que eres muy hábil para Matemáticas… ¡Adivina qué! La materia se te hace fácil y te sacas
excelentes notas. Todos actuamos en función de lo que creemos.-
- Pero -murmuró mi hijo- Yo creía en Santa… y ahora ya no creo en él.-
- Eso te
demuestra que las creencias cambian. Y está bien que cambien. Es más, pienso
que las personas deberíamos cambiar todas las creencias que en cierta forma nos
limitan para empezar a creer en todo lo que nos potencia. Como dijo Henry Ford:
“Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, en ambos casos, tienes
razón”. Por eso, querido hijo… cuando recuerdes esta conversación, acuérdate fundamentalmente de cuatro
palabras: “sólo basta con creer”. -
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