Dora la Exploradora
es un personaje infantil que vive didácticas aventuras con su amigo Botas. En
sus periplos, cuenta con el apoyo de una mochila y de un mapa que le ayudan a
lograr sus objetivos y llegar a la meta. Al igual que Dora, cada uno de
nosotros también lleva en su viaje una mochila y un mapa. En cuanto a la mochila,
lo ideal es que no sea muy pesada y que en ella encontremos más herramientas que
lastres. Y en el caso del mapa, éste por definición constituye una representación de la realidad, y la idea
es que esta representación sea lo más fidedigna posible del terreno que vamos
pisando en la vida.
Cuando
llegamos a este mundo, llegamos sin mochila y sin mapas. A poco andar, nos
aperamos con ambas cosas: la mochila la usamos para guardar diversas
experiencias que con el tiempo serán las herramientas que nos permitirán enfrentar
de mejor manera los desafíos que vayan apareciendo. Muchas veces, esas
experiencias se archivarán como aprendizajes, sin embargo, otras veces, no
habrán sido correctamente procesadas y se guardarán como traumas y/o dolores. En
general, los traumas y los dolores tienden a ser mucho más pesados que los
aprendizajes, y por lo mismo, sentimos a veces que la mochila está muy cargada y
se nos hace difícil avanzar.
Con
respecto a los mapas, podemos señalar –como ya mencioné-que no hemos nacido con
ellos, sino que más bien, a medida que vamos recopilando información y entendiendo
dónde estamos parados, debemos confeccionarlos. En el libro “La Nueva
Psicología del Amor” del doctor Scott Peck, se señala que “trazar estos mapas
exige esfuerzos. Cuanto mayores sean nuestros esfuerzos para percibir y
apreciar la realidad, más amplios y más exactos serán nuestros mapas”. Y más adelante se agrega que el mayor desafío
de delinear tales representaciones es que “es necesario revisarlas y corregirlas
continuamente para que nuestros mapas sean exactos”. Cuando no actualizamos
periódicamente nuestro mapeo, lo que sucede es que nuestra representación
(mapa) no coincide con la realidad y lo que ocurre es que vamos por la vida sintiendo
que no encajamos.
El doctor
Peck explica que esto llega a extremos en los que incluso, “antes de tratar de
modificar su mapa, un individuo puede tratar de destruir la nueva realidad” y
agrega que “es triste comprobar que hay
quienes pueden dedicar mucha más energía a defender una visión obsoleta del
mundo, que la que se habría necesitado para revisarla y corregirla”.
Sobre todo
hoy, en que el mundo y la realidad experimentan cambios de una forma tan
vertiginosa, resulta vital que estemos permanentemente actualizando nuestros
mapas. La actitud de aferrarse a una concepción anticuada de la realidad es
causa de malos entendidos, problemas y dolor. A veces los programas infantiles
también tienen mensajes que nos sirven a los adultos: como es el caso de Dora
la Exploradora, que en su mochila lleva lo que le sirve y que resetea su mapa
con cada nueva aventura.
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