Recién
estrenado este 2016, la sensación es la misma que cuando uno tiene un cuaderno
nuevo con todas las páginas en blanco listas para empezar a escribir en ellas. La
breve brecha que se produce entre que uno abre el reluciente cuaderno y toma el
lápiz para comenzar a llenar sus hojas,
es un instante de potencialidad pura que contiene todas las posibilidades.
Es uno quien elige lo que va a escribir en ese cuaderno ya que sólo una de esas
incontables opciones es la que se manifiesta como una palabra, una frase y un
párrafo. Así, lo que en un momento era sólo una posibilidad entre
probabilidades infinitas, al momento siguiente se convierte en una elección ya
hecha, en una opción escogida, en una realidad creada.
Una vez
cada 365 días, la conmemoración del Año Nuevo nos permite visibilizar de forma
explícita y tangible ese minúsculo instante en el que todas las posibilidades están
latentes y nos regala la opción de resetear la vida, de elegir de nuevo y de
dejar atrás aquello que, quizá, por distintas razones no resultó ser una buena
elección.
Pero, en
realidad, la buena noticia de todo esto no es que tengamos la opción de volver
a empezar sólo el 31 de diciembre a las 12 de la noche, sino que más bien, la
tradición de celebrar el Año Nuevo constituye en su esencia el símbolo de un
fenómeno que ocurre todos los días del año y a cada rato. Porque, aunque sin
cuenta regresiva y sin fuegos artificiales, cada momento de la vida es en sí mismo
una posibilidad para recomenzar, para volver a elegir, para hacer borrón y cuenta
nueva… en fin, para celebrar Año Nuevo, aunque sea 5 de Abril, o 23 de Junio o
17 de Octubre.
Siguiendo
con el ejemplo del cuaderno, y como ya lo mencioné, antes de ser llenada, cada
página nos conecta con un micro-instante en el reino de la potencialidad pura y
de las posibilidades infinitas. Ese es el micro-instante que cada uno de
nosotros debe aprender a identificar y reconocer, porque en él está el secreto.
¿Cuál secreto? Que uno –consciente o inconscientemente- siempre elige entre todas
posibilidades. Habitualmente no nos damos cuenta que elegimos y a través de
distintas excusas justificamos nuestras elecciones y muchas veces creemos
incluso que no tuvimos nada que ver con ellas. En realidad, nunca es así.
Nuestras acciones, y por ende nuestra realidad, es siempre resultado de una
elección personal.
Por eso,
aprovechemos el simbolismo que nos brinda el Año Nuevo, que una vez cada 12
meses nos invita a reconocer que el proceso de volver a empezar es siempre una oportunidad para volver a
elegir. Si justo antes de llenar cada renglón de nuestra vida logramos meternos
en esa brecha que contiene todas las posibilidades, no sólo estaremos siendo más
conscientes del mecanismo de elección, sino que además nos haremos mucho más
responsables de nuestras decisiones y por consecuencia, mucho más dueños de
nuestra propia vida.
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