“El poder está dentro de ti”. ¿Cuántas veces habremos
escuchado esta afirmación? No importa, porque la pregunta que de verdad hay que
hacerse es ¿Estoy realmente entendiendo lo que esta frase está diciéndome? Y lo
quiero explicar de la siguiente manera: el poder de nuestra mente va mucho más
allá de lo que nosotros mismos sospechamos. Estudios serios han concluido que el
95% de las actividades que realizamos a diario está dominado por la mente
subconsciente, la mente consciente sólo opera el 5% de nuestros procesos
cognitivos durante el día.
Bruce Lipton, biólogo
celular y PhD, explica que “la mente consciente puede percibir 40 estímulos por
segundo mientras que la mente subconsciente percibe 40 millones por segundo, o
sea, es un millón de veces más poderosa y ¡actúa el 95% del tiempo!”. Por otra
parte, Joe Dispenza, en su libro “Deja
de ser tú”, señala que el ser humano “genera entre 60 y 70 mil pensamientos al
día y el 90% de esos pensamientos son los mismos que tuviste el día anterior”. Nos
habituamos a pensar siempre lo mismo. Y lo hacemos en automático, de manera
subconsciente. Así las cosas, cambiar resulta complejo y difícil. Y lo más
difícil de todo es cambiar la forma cómo pensamos. Si la gran mayoría de nuestros pensamientos
son los mismos que tuve el día anterior, esos mismos pensamientos me llevan
básicamente a tomar las mismas decisiones,
a tener los mismos comportamientos y finalmente a producir las mismas
experiencias… día tras día.
Fue Albert
Einstein quien sabiamente dijo: “Un problema no puede ser resuelto en el mismo
nivel que se creó”. Y entonces, si la vida que tengo no me satisface o hay
aspectos de ella que me gustaría modificar, no puedo hacerlo utilizando los
mismos pensamientos que crearon esa realidad, porque así sólo voy a generar más
de lo mismo. Sería como insistir porfiadamente en tratar de abrir la puerta con
la misma llave que ya sabemos no le hace a la chapa. Obviamente hay que
conseguirse otra llave que sí funcione. Hay que generar nuevos pensamientos.
La
clave es que esa otra llave no hay que buscarla en ningún cajón, tampoco hay
que pedírsela prestada al vecino y menos encargarla al extranjero. Esa llave
todos la tenemos dentro. Venimos con ella. Y ahí está, reluciendo perfecta en
algún lugar de nuestro corazón… esperando a que nos decidamos a tomarla y meterla
en la cerradura para que de una vez por todas abramos la puerta de la vida que
siempre quisimos vivir.
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