Un día,
hace poco, caminaba por una calle del centro de Antofagasta. Me encanta ir al
centro. Siempre me entretengo mucho entrando a las distintas tiendas y
curioseando en los puestos que hay en la vereda cerca del mercado. Es
impresionante la cantidad de cosas inverosímiles que uno puede encontrar en el
centro. Pero sin duda, lo que más me entretiene es mirar a la gente. Ver a las
personas moverse, escucharlas conversar, tratar de adivinar si están contentas
o tristes, si son felices… o no. Qué va a saber uno en realidad. Pero a partir
de lo que veo extrapolo historias y me imagino vidas que nunca voy a comprobar
si son verdad.
Como les
contaba, caminaba por el centro, sumida en este interminable afán por
escudriñar rostros, cuando de pronto, a una media distancia entre la multitud,
veo caminando directo hacia mí a un hombre joven de contextura atlética.
Caminaba lento, pero su paso era firme. Tenía puestos unos audífonos y me
imaginé que iba escuchando una canción de amor. Inventé que la canción sería de
Ricardo Arjona. Sé que a muchos no les gusta Ricardo Arjona, pero a mí me
gusta. Me gustan sus canciones y me gusta el timbre de su voz. “Este cabro está enamorado”, pensé. A medida
que el joven se acercaba, empecé a fijarme en la singular polera que usaba y
poco a poco (soy corta de vista) comencé a revelar el mensaje que en ella se
leía. La polera era azul oscuro y en la parte delantera y escrita con letras de
distintos colores decía: “Sé amable, todos los que ves están dando su propia
lucha”.
Me quedé
paralizada. Cuando el joven enamorado pasó por mi lado, no pude resistir darme
vuelta. Mi asombro fue incluso mayor cuando leí que en su espalda la polera decía
“Sí… este mensaje es para ti”. Seguí
caminando medio aturdida por la experiencia. Esto no era una simple
coincidencia. “Al fin y al cabo -pensé- ¿Qué posibilidad hay de que al azar se
hubiese concatenado la siguiente bizarra secuencia de hechos: que a alguien se
le haya ocurrido acuñar semejante frase, que esa frase haya sido impresa en una
polera, que esa polera la haya adquirido un cierto personaje, que ese cierto
personaje haya decidido usar esa polera precisamente ese día en el que iba a
caminar por el centro de Antofagasta, específicamente por esa calle y exactamente
a esa hora… justo en el momento en que yo iba pasando por ahí?” Nada es
casualidad. La historia es real y me sucedió hace un par de semanas. Gracias a
esa simple frase en la polera, se me abrió una nueva dimensión de entendimiento
hacia las personas que me rodean.
La vida
está llena de mensajes. No siempre los vemos. Conviene estar atentos... puede ser
muy inspirador.
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