Ilustración: Paulina Gaete.
Todas íbamos a ser
reinas/de cuatro reinos sobre el mar/Rosalía con Efigenia/y Lucila con Soledad.
Lo decíamos embriagadas/y lo tuvimos por verdad/que seríamos todas reinas/ y
llegaríamos al mar. (Gabriela Mistral).
¿Qué nos queda de lo que a los siete años pensábamos que
íbamos a ser? Cuántos caminos hemos
andado. Cuántas vueltas hemos dado. Cuántos capítulos hemos cerrado y cuántos de
los mismos hemos inaugurado. Cuántos sueños que se quedaron estancados, cuántos
otros que pudieron volar. Cuántas canciones hemos cantado, cuantas más que
quedaron por entonar. Cuánto de lo que soy ahora se lo debo a esa niña de hace
rato. A las rondas que bailé, a los juegos que jugué, a los rezos que aprendí a
rezar, a las reglas que me enseñaron a respetar.
Cuántos momentos aparentemente perdidos en verdad nunca los
he podido olvidar, pues aunque la memoria es frágil ellos han sabido esconderse
en los pliegues de la conciencia. Y allí están agazapados, silenciosos,
moviendo los hilos desde la profundidad. Están las risas, las cosquillas, las
penas, las rabietas, las vergüenzas, los honores, los talentos, los errores.
Todo está guardado en ese cajón infinito, que a veces durante las noches,
cuando me duermo bien profundo se abre despacio y me muestra cosas. Y allí veo
a mi mamá, cosiendo en su eterna máquina de coser mi vestido de hada con margaritas
y estrellas doradas; aparece también el columpio que teníamos en el garaje y
las plantitas que me gustaba regar. Aparece la pena negra que me daba la vecina
en silla de ruedas y la alegría infinita que sentía cuando podía hablar en
inglés.
Y entonces ahora que estoy más grande –mucho mejor que decir
que estoy más vieja- me pregunto sin hallar respuesta… ¿Por qué pasa todo tan
rápido? ¿Por qué cuando las olas revientan ya nunca más vuelven a reventar?
¿Por qué los prados de la infancia parecen más verdes de lo que ningún prado
volverá a parecer jamás? ¿Por qué al
final de cada día lo que verdaderamente cuenta no es lo que has logrado sino lo
que has sembrado? Porque la siembra da una flor y esa flor da sus frutos y son
esos los que mañana o en un mes, o en un año o en cien, vamos a cosechar.
En la tierra seremos
reinas/y de verídico reinar/ y siendo grandes nuestros reinos/ llegaremos todas
al mar. (Gabriela Mistral)
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