Desde hace casi un año, recibo todos los días en la bandeja
de entrada de mi Outlook las “Notes from the Universe” (Notas del Universo), escritas
por Mike Dooley (si quieren saber más pueden ir a www.tut.com
). Se trata de breves mensajes que se supone te envía el universo en los que te
recuerda quién eres, que no estás solo y por qué estás donde estás. Son frases simples,
directas, divertidas e increíblemente sincrónicas. Es asombroso cómo invariablemente esas palabras me dicen lo
que justo necesitaba escuchar en ese momento. Y esto no sólo me pasa a mí…
Interactuando con algunos miembros de la comunidad que sigue a Mike y que
regularmente reciben estos mensajes, me
he dado cuenta que el fenómeno de la sincronía a través de las “Notes from the Universe”
es algo habitualmente experimentado por varios de ellos.
La sincronía es esa sensación similar a la que
experimentamos cuando estamos armando un rompecabezas de 1500 piezas y justo
tomamos –entre las cientos de piezas esparcidas por ahí- la que calza precisa y
perfectamente en el espacio que queríamos llenar. Y entonces aullamos de gozo,
de placer, de alegría y también de incredulidad.
Sucede que habitualmente experimentamos la sincronía como si
fuera una coincidencia al azar, una bendición que cayó del cielo, un milagro
venido del más allá, una especie de manifestación mágica y esotérica de la
vida. Algo que recibimos con los ojos bien abiertos y la mandíbula bien abajo, pero frente a lo que nos sentimos
ajenos, al margen, convencidos de que efectivamente no hicimos nada para que
ocurriera.
Bueno ¿quieren que les diga algo? Craso error pensar así. Porque
en verdad, lo que yo creo es que estamos llenos, rodeados, sitiados y asediados
por experiencias sincrónicas que nosotros mismos hemos creado para nosotros
mismos. Lo que pasa es que no las vemos, no las reconocemos y lo que es mucho
peor… ¡las negamos! Es lo mismo que sucede con esas viejas radio cassettes que tienen
sucio el cabezal, no pueden leer correctamente
los códigos de la cinta magnética y por lo tanto ¡la música no puede sonar!
Hoy les digo en pleno uso de mis facultades mentales que nuestra vida es una sincronía. Una sincronía entera,
perfecta, de principio a fin. Para empezar a reconocerla y disfrutarla como tal
-y para definitivamente limpiar nuestro cabezal- hay un solo secreto: confiar.
Confía en ti, en lo que quieres, en lo que crees, en lo que
sientes. Confía en tu intuición, en tus corazonadas, en tus tincadas. Confía en
que la vida que quieres tener es la vida que te mereces. Confía en que si ya
sabes dónde quieres llegar, no tienes que preocuparte exageradamente en cómo
hacerlo, no te adelantes tanto a la jugada, no quieras controlar todos los
detalles. Confía, porque el camino se te mostrará sólo, las coincidencias
estarán a la orden del día, te toparás con la persona indicada, vas a escuchar
las palabras precisas, el despertador sonará justo a tiempo, el clima será
perfecto y recibirás la llamada correcta. Pero sobre todo, confía cuando parezca que las cosas salieron al revés, porque es en esos momentos cuando la sincronía hace su pega más ingrata… pero lejos la más valiosa.
Linda. Por favor no sigas escribiendo tan bien que tendrás al NYTimes en nuestra casa y tendremos que irnos a vivir a NY....te quiero mucho, me alegra leer tus columnas, son buenísimas y quedo con una sensación muy grata de lo que piensas y hace every day...
ResponderEliminarY no pude leer esto en mejor momento, quizas por eso todo me ha salido a la perfeccion, sin buscarlo. Gracias por hacermelo ver. :) Abrazotes.
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