Ilustración: Paulina Gaete.
Quizá más de alguno habrá leído el libro “Los Cuatro Acuerdos”
del mexicano y tolteca don Miguel Ruiz… Si
no, se los recomiendo. Excelente libro. Breve, simple y duro y al hueso. Es un
best seller, traducido a varios idiomas y contando casi una veintena de
ediciones en español. Bueno, desde que leí ese libro, se me incrustó como un puñal en el
corazón el primer acuerdo: “Sé impecable con tus palabras”, donde el autor nos
abre los ojos con respecto a hablar con integridad, decir solamente lo que
queremos decir, evitar vilipendiar a los demás y –aquí viene lo que más me
golpeó- captar profundamente el asombroso poder de las palabras. Porque en
verdad, poco nos detenemos a entender que las palabras “constituyen el poder
que tenemos para crear”.
Al principio suena raro, pero en realidad, lo raro es que no
nos hayamos percatado antes de este poder inconmensurable. Porque podemos ver a
las palabras sólo como simples símbolos y sonidos, pero como dice el libro, ellas
“son una fuerza; constituyen el poder que tienes para expresar y comunicar,
para pensar y en consecuencia para crear los acontecimientos de tu vida”.
Durante los últimos años, debo confesarlo, he estado medio
obsesionada tratando de entender el proceso creativo de este universo o de este
espacio-tiempo en que nos encontramos. Y cuando hablo de proceso creativo me
refiero a cómo es creada -o más bien- a cómo creamos esta realidad, nuestra
realidad. ¿Por qué nos pasa lo que nos pasa? ¿Por qué mi vida es así y tu vida
es asá? Y… en fin, miles de preguntas así
medio trasnochadas que se me han ido atropellando unas a otras en la cabeza.
Está claro que las conexiones sinápticas de mis humildes neuronas no
han sido suficientes para develar estos intrincados misterios, pero sí de vez en cuando me
he encontrado con estas valiosas “stepping
stones” o peldaños de avance (sé que
es un poco siútico poner estos anglicismos pero no puedo evitarlo ¡me
encantan!) que estimulan la sinapsis y poco a poco me van abriendo el
entendimiento. Uno de estos peldaños fue este primer acuerdo que nos da a conocer
Miguel Ruiz.
A ver si puedo explicar cómo lo entiendo: nuestra realidad
es. Así, sin nombre y menos aún apellido. Es no más. Lo que nosotros hacemos
con las palabras es que vamos bautizando y etiquetando lo que vemos, lo que
sentimos, lo que pensamos. Al árbol le llamamos árbol, al cielo, cielo, a la
nube, nube. En una segunda etapa podríamos estar hablando del árbol “frondoso”,
del cielo “maravilloso” o de la nube “amenazante”… Nuestra percepción se
manifiesta a través de nuestras palabras y al mismo tiempo va creando nuestra
realidad. Y las palabras constituyen la varita mágica de todo este proceso. Y esta
magia de las palabras es tan poderosa que “una sola palabra puede cambiar una
vida o destruir millones de personas”.
La invitación, finalmente, es a utilizar las palabras de la
forma correcta. Ojalá que todo lo que digas esté relacionado con la realidad que
quieres crear para ti. Es fácil traicionarse, por eso cumplir este primer
acuerdo no es un desafío menor. A veces ufanarse de ser una persona sin pelos
en la lengua puede ir en contra de este cuarto acuerdo y puede estar ayudándote
a crear una realidad que en verdad no quieres para ti. Que de tu boquita de
cereza salga puro amor y alegría y... olvídate de depilarte la lengua.
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