domingo, 10 de mayo de 2015

La vida en streaming

En esta sociedad de la información o era digital, se le denomina streaming  al proceso de transmisión de datos de manera continua. Se le llama también  difusión en flujo o lectura en tránsito. Para dejarlo bien en claro, la tecnología streaming permite ver o escuchar un archivo multimedia (audio o video), mientras éste se descarga. Con esto, se incrementa la rapidez y la instantaneidad en la entrega de la información.

Hoy, la vida es en streaming. Como dice el slogan de una importante cadena de noticias… “está  pasando, lo estás viendo”. En cierto sentido el streaming es similar al concepto de “en vivo y en directo”, con la diferencia que ya no es necesario llegar al lugar con un móvil y conectarse al satélite o transmitir vía microondas. Ahora siempre hay una cámara en el lugar indicado y en el momento preciso, y siempre hay alguien que sube a la web lo que esa cámara registró. Nunca antes tantas personas de lugares tan diversos habían presenciado de manera casi instantánea hechos tan singulares que ocurren en distintas partes del mundo. En menos de un mes, y entre otras cosas, hemos sido testigos del momento exacto en que comenzó la erupción de un volcán; vimos el instante preciso en que una avalancha arrasó con un campamento en la montaña más alta de la tierra; presenciamos cómo un terremoto fue in crescendo hasta convertirse en una tragedia con miles de muertos y observamos boquiabiertos la manera cómo un aluvión arrasó en cuestión de segundos con un poblado entero.

El mundo se ha achicado, pero la vida como experiencia se ha expandido. Con el ejemplo que acabo de dar, en sólo 30 días, hemos  visto más que lo que cualquier ser humano pre-era digital vio en toda su vida. Hoy las cosas ya no se cuentan, más bien se muestran, dejándonos con la sensación  de que lo que no está en la web, no existe. Quizá por eso uno mismo tiende a querer mostrar su vida también. Se postea el plato que voy a comer, el lugar en el que estoy, el estado de ánimo que tengo, el  corte de pelo que hice, y mil y una cosas más, quizá con la oculta creencia de que si mi vida no la posteo, no existe. Ya no basta sólo con vivir una experiencia, hay que mostrarle al mundo que uno la vivió.
Pero en realidad, siempre ha sido un poco así. Parte del valor de vivir una experiencia es, precisamente, contarla y compartirla. El punto es que hoy la vida en streaming permite que este proceso sea mucho más brutal: ya no sólo cuento lo que me pasó, lo muestro casi en tiempo real y al mismo tiempo veo en línea y al instante lo que le ha pasado a otros.


El mundo cambió y nunca volverá a ser lo que fue y por lo mismo, porque no hay nada permanente excepto el cambio, no creo que haya que temerle a la vida en streaming. Hay que acostumbrarse a ella y aprender a gestionarla, así como la humanidad se acostumbró a la llegada del automóvil o de la televisión, por poner un par de ejemplos. La vida en streaming nos conecta con nuestro entorno de una forma como nunca nos habíamos conectado antes… Sólo hay que procurar que esa conexión no nos desconecte de nosotros mismos. 

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